Dpto. Biología y Geología: Rocío Álvarez
Dpto. Física y Química: Manuela Morillo
Dpto. Dibujo: Adolfo García
Dpto. Inglés: Esther Moreno, Mª Luisa Sánchez, Luis Domínguez y Alejandro Fernández
Dpto. Matemáticas: Soledad Carrasco y Miguel Ángel López.
Dpto. Orientación: Jesús Rojo y José Luis Morcillo.
Dpto. Geografía e Historia: Piedad Delgado.
Dpto. Lengua castellana y Literatura: Amparo Díaz, Paloma España, Soledad Notario, José Enrique Díaz, Carlos Agejas, Antonia García, Agustina Larrosa y Mercedes Martínez.

sábado, 20 de marzo de 2010

Nobleza, monjes y campesinos, Dieter Breuers

Soy Kuno, gobernador del conde de Enno que marchó a las cru­zadas en Tierra Santa con el emperador Federico Barbarroja y, con la ayuda de Dios, regresó ileso a casa. Durante los últimos tres años yo protegí la familia de mi señor y el honor de su espo­sa, como se me había encargado, cobré los impuestos y vigilé nuestras defensas, de las que ahora nuestro conde dice que no son un castillo ni una fortaleza, sino un siniestro agujero.

La expedición militar a Tierra Santa, al menos así me lo dijo mi señor, fue un puro fracaso. […].

El conde, un par de semanas después de su regreso, mien­tras tomábamos unos bocados antes de cenar, me anunció que iba a levantar un verdadero castillo fortaleza. O mejor dicho: quería que yo y mi gente se lo construyéramos. […] Nuestro castillo actual, al que de repente el conde le ha dado en llamar «agujero», no es demasiado confortable -todo hay que reconocerlo-, pero hasta ahora eso no pareció escan­dalizar a nadie. Ni a nuestra familia, ni a los invitados de la vecin­dad que viven en lugares semejantes. Pero ahora mi señor ha vuelto de Tierra Santa y no se siente satisfecho.

Una y otra vez nos cuenta historias de la cruzada, de lo que ha vivido en aquellas tierras entre los paganos y del lujo que, según ha oído contar, ostentan las ciudades de los turcos. Yo no quiero llevarle la contraria, pero ¿qué pensaría usted si alguien intentara convencerle de que en las calles de la ciudad de Bagdad se encienden por la noche innumerables lámparas de petróleo que convierten la noche en día? ¿O que esas calles son barri­das y lavadas dos veces al día y las basuras son recogidas regu­larmente y alejadas de la ciudad? Fábulas de Las mil y una noches, llamo yo a eso. […].

En primer lugar, hemos reflexionado sobre el lugar en que se levantará el nuevo castillo. La verdad es que existen dos luga­res razonables: o abajo, en la isla del río, o arriba del todo en la llamada Roca del Cuervo, una enorme roca de granito que por tres de sus lados está cortada en vertical. Sopesamos los pros y los contras. Habla en favor de la isla el hecho de que con un cas­tillo en el río se puede controlar la navegación fluvial y cobrar sin problemas una tasa de peaje; además el suministro de agua potable de la fortaleza quedaría asegurado, y el agua a nuestro alrededor haría superflua la construcción de altas murallas.

Esa era, al menos, mi opinión y así la expuse. El conde me respondió que […] no podría resistir un largo asedio. […]. Y si construíamos el castillo de la isla, […] con murallas […] podrían ser derribadas fácilmente puesto que se habrían levantado sobre un blando terreno arenoso.

¿Cómo podía hacerse una cosa así?, fue la pregunta que le hice asombrado, y mi señor, pacientemente, se tomó el tiempo necesario para explicarme qué es un mineur. La palabra proce­día de la tierra de los francos en Occidente y él la había aprendido durante la campaña. Los mineur o mineros, eran hombres que cavaban un túnel subterráneo por debajo de las murallas de la fortaleza o de la ciudad. Una vez que llegaban debajo de una de las torres, apuntalaban el techo de la galería con fuertes made­ras y llenaban el hueco con paja y broza o ramaje seco al que pegaban fuego antes de salir de allí. Cuando el fuego alcanzaba gran intensidad, ardían también los maderos que apuntalaban el techo, y éste se hundía y, con él los muros que descansaban sobre la galería. De ese modo, la torre quedaba reducida a un montón de ruinas sobre la que se podía saltar para entrar con relativa facilidad en la ciudad o en la fortaleza.

Los defensores conscientes y experimentados se protegen contra esas excavaciones construyendo galerías subterráneas defensivas, que generalmente se excavan un poco por encima de las de los asaltantes; cuando los defensores estaban encima de los mineurs atacantes, abrían un agujero vertical hacia abajo e inun­daban de agua la galería de los atacantes, y morían ahogados. A veces, ambas galerías coincidían exactamente de modo casual bajo tierra y, se producía una espantosa carnicería en plena oscu­ridad.


Nobleza, monjes y campesinos, Dieter Breuers. Editorial Edhasa



ACTIVIDAD PREVIA:


a) Lectura en voz alta. Tras leer cada párrafo se aclarará el vocabulario, si fuera necesario.

b) Se aclararán las dudas y se contestarán las preguntas que cada párrafo suscite. De este modo se va proporcionando información a los alumnos; al mismo tiempo se van desmontando alguno de los mitos que – a través de películas y videojuegos – han ido adquiriendo.



TRABAJA EL TEXTO:


1 – El Castillo:

a) Busca imágenes de castillos en Internet, elige el tuyo e imprímelo.

b) Descríbelo: Materiales de que está construido; sus partes, las funciones de cada una de ellas.

c) Las guerras en la época de los castillos. Investiga que técnicas utilizaban los sitiadores para atacar, y qué técnicas utilizaban los sitiados para defenderse.


2 – Las Cruzadas:

a) Explica que son las Cruzadas. Cuántas hubo. Cuál era su finalidad. Qué se consiguió. Cuáles fueron sus consecuencias.

b) Sobre un mapa señala las rutas que siguieron los Cruzados.


3 – Los “infieles”:

a) ¿A quién se refiere con este nombre, y por qué los llama así?

b) ¿Crees que es cierto lo que dice de la ciudad de Bagdad? ¿Las ciudades europeas eran iguales? Explícalo.


4 – “Las mil y una noches”: ¿A qué hace referencia?


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